Qué es la libertad
Si me preguntasen a mí, diría que la libertad es la tranquilidad de tener a tu mente más o menos controlada. Esa voz de Pepito Grillo que está diciéndote siempre lo que tienes que hacer, o que no llegas, que estás tardando, que te entretienes, que “mira cómo lo hace aquél ”,… Uff!
Para mí, la libertad, es estar en paz conmigo misma. Y esto pasa cuando hago por ser mi mejor versión , sabiendo que estoy trabajando duro en lo que hago; haciéndolo lo mejor que sé y puedo, con los cinco sentidos.
Yo elijo quedarme con la vocecita de “Venga, tú puedes. Vamos a intentarlo otra vez.”
¿Te sientes libre de comprar lo que quieres?
Un ejemplo de libertad serían las compras. Me puedes decir que eso es bastante ambiguo. Sí, puede ser. Me llevó su tiempo darme cuenta.
La libertad es la capacidad de elección entre dos o más posibilidades en función de las querencias que uno tenga. Pero esto ya está sesgado, pues realmente, el ser humano es un ser gregario y, como tal, vive en una sociedad.
En poco tiempo, es normal que se vayan estableciendo tradiciones y costumbres que se van repitiendo en esa generación o en las venideras. Es genial, pues así se puede mejorar con el tiempo esas actividades comunes. Al tiempo se instala el comercio, la globalización y las demás técnicas de mercadeo.
Las relaciones interpersonales se van sucediendo de modo que se llega a producciones de acuerdo a la demanda.
Y así se va instalando una red de empresas en todo el mundo, por ejemplo, ahora ya es normal marcas de Inditex o Mercadona en cualquier ciudad, desplazando a pequeños comerciantes que puedan estar ofreciendo productos más sostenibles para el planeta.
Y aquí va la pregunta: ¿te sientes libre de comprar lo que quieres en tu ciudad? Realmente no, estás condicionado a comprar lo que tienes a mano y, en algunos casos, puede que no sea lo que hubieses preferido inicialmente.
También entra en juego el desconocimiento. Si no sabes que existe, ¿cómo lo vas a comprar? Otra cosa es que luego compres, de entre lo que te ofrecen, una cosa u otra.
Por qué no te liberas
Si fuésemos conscientes de lo que supone la desinformación en nuestras vidas tomaríamos cartas en el asunto. Es recurrente hablar de libertad y recordar a las personas que han sufrido opresión de algún tipo. Erich Fromm ya lo contaba en su libro “El miedo a la libertad”. ) Y no sólo me refiero a cosas tangibles.
Hace ya un tiempo que llevo apostando por mí, por mi desarrollo personal. Y entre tanto trabajo interior, echaba de menos unos buenos ratos libres.
Me di cuenta que ahora ya no tomaba tanto alcohol. No es que hubiera sido una night queen, pero me tomaba unas cervecitas o unos vinitos. Ahora, la ingesta de carnes e hidratos de carbono ha bajado significativamente y con el alcohol se nota bastante. Ya no aguanto tanto.
También me va más el vivir el día y dormir por la noche. Y vi que el ocio que me rodeaba era el que era. No podías elegir, pues las amistades también hacían lo mismo.
Fui siendo consciente de dónde estaba, del entorno que me rodeaba. El cine que veía en la tele, por internet o en la sala de cine estaba muy filtrado por la marca Hollywood, Warner y demás. Me di cuenta que la inmensa mayoría de temáticas se reducían a películas de acción, violencia, sexo y comedia de humor bastante cuestionable.
Me encantaba el cine de autor. Almodóvar, Amenábar, Allen,… (si lo hago más a propósito no me sale; A-A-A 😊) y muchos directores más eran mis favoritos hasta que caí que lo que reproducían era la vida misma y para eso, tristemente, ya están las noticias de las 3, que se encargan de aportar el dramatismo que le de morbo a la cosa. Dejé de ver cine de autor.
Salir a comer o cenar a un restaurante es una lotería. Curioso, el otro día, cenando en una terraza escuché un comentario de la muchacha de la mesa de al lado que contaba su rutina semanal: “Vine a hacer la compra al super, eché la primitiva y me fui a tomar un café.”
Me di cuenta de mi entorno: por un lado estaba tomando una hamburguesa en un pan blanco de esos descongelados al horno y, por otro lado, sentí cuando dijo “eché la primitiva” como si tuviera costumbre de tirar el dinero.
Si supiera el % de probabilidades de que le toque la lotería creo que mejor optaría por tomarse un café con ello. He de decir que aún quedan resquicios en mí de lo que supone tomar hidratos de carbono procesados. Es un tema que algún día ahondaré un poco más porque no tiene desperdicio. Saber para poder opinar.
En el supermercado, la fruta y la verdura están vestidas de etiqueta. Preparadas y acondicionadas para mantenerse con una vista impecable durante semanas. Vamos, que te vas de vacaciones y, cuando vuelves, sigues teniendo un tomate en el frigorífico listo para consumir. Con la carne y el pescado pasa lo mismo. Cuando la pones en la sartén comienza a salirle una agüilla misteriosa. Y bueno, el sabor… ¿A qué sabe?
La combinación de alimentos es otra historia. Si no, ¿cómo es posible que salgamos de los restaurantes de Estrella Michelín empancinados? Una salsa por aquí, una reducción por allá,… En fin. La última vez que estuvimos no pudimos con tres platos (primero, segundo y postre).
Y, cuando estás dándote un paseo, cómo no sucumbir a pasar y comprarte un trapito en una tienda de las grandes multinacionales (Zara, Stradivarius, …) , que están por doquier en las calles de cualquier ciudad. Las letras de la etiqueta cada vez son más minúsculas. Aún así, no pueden esconder que un alto porcentaje de la prenda es de tejidos sintéticos que te dejan los pelos como un electroduende.
De lo que no voy a hablar es de la forma de divertirse a costa de los demás, de las actividades que resultan imprudentes o perjudiciales para el que la hace o para uno tercero. O la necesidad de consumir alcohol sin control, fumar tabaco u plantas, o consumir estupefacientes o anabolizantes. Realmente estas personas se han preguntado: ¿para qué me tomo esto? Porque pueden conocer su por qué, y a veces ni eso.
Y ¿qué decir del impacto que tiene ver las Noticias de las 3 en un niño? Tenía yo unos 12-13 años cuando, inocentemente, estaba viendo las noticias durante la comida como cada día. Estaban hablando de la guerra de Irak y vi una escena sobre un niño que rescataban. Aquello que vi era terrible y, lamentablemente, se me quedó en la retina y, lo peor, en mi mente.
¿Realmente puedo decir que soy libre teniendo esos pensamientos? Muchas veces vuelven a mí esos pensamientos, reviviendo como si hubiese sido ayer, y me siento fatal por tenerlos. Estoy trabajando en ellos para liberarme de los malos momentos que me hacen pasar.
Las noticias sensacionalistas juegan a implantar el miedo en nuestra psique. Así como los últimos anuncios de seguros, que no hacen más que meter el miedo a que te vayan a robar cuando estás de vacaciones. Muchos ancianos sufren verdadero pánico a estar en casa solos y todo esto lo aumenta más, sin consideración ninguna.
Creo en la vida, creo que es mucho más sencilla. Y cuanto más sencilla, más pura y más inmensa.
Con mi experiencia, he encontrado que la sencillez me lleva antes a lo sutil, lo que me hace disfrutar de la vida con más gozo. Buenos alimentos y sanas relaciones e intenciones para tener una vida altamente interesante. Como dice mi amiga Rocío:
Cuándo te liberas
Siempre me ha enorgullecido afirmar que he necesitado bien poco para disfrutar y divertirme. Me considero una persona sana por dentro y por fuera, en estilo kaizen, mejorando continuamente en base a lo que voy aprendiendo, practicando y comprobando resultados.
Puede parecer que no viene a cuento con esto de la libertad pero he de reconocer que desde que tomo una manzana para desayunar, me sacia muchísimo más que las tostadas con aceite y sal o con mermelada y mantequilla que me tomaba. Antes, unas dos horas después, tenía un hambre voraz. No estaba tan pendiente de la comida, casi casi, me daba igual.
¿Era ésto libertad? En mi cabeza no entraba que, teniendo una vida más bien sedentaria trabajando con el ordenador, necesitase tal ingesta cada mañana. Y es sólo un ejemplo.
Ahora me siento libre de elegir tomar una buena carne. ¿Que ello me hace desplazarme kilómetros de mi casa? ¡Lo acepto! Planeo ese día como un día de descanso y me doy un homenaje en un restaurante donde ves cómo respetan y cuidan a sus animales. También opto por ir a carnicerías de confianza, que tienen buen género aunque esté más caro.
Me encanta ir a comprar a las tiendas de barrio que traen productos directos de la huerta. ¡Quién puede resistirse a esos buenos tomates de verano! Uff, eso de ir a comprar a la huerta es todo un lujo, que si lo buscas, lo encuentras.
Ya no tengo la necesidad de comprarme ropa todas las temporadas ni tampoco me dejo llevar por la moda del momento. Sobre todo si no va conmigo. Las grandes empresas necesitan sacar varias temporadas dentro en cada estación del año.
Lógicamente, la calidad de esas prendas no puede ser muy buena. No lo es. Así es más fácil que tengas que comprarte ropa nueva. Literalmente, se rompe tras x lavados. Ahora sé lo que me sienta bien y las telas que me gustan, así que, no me estreso. No me compro cualquier cosa. Además, la ropa bien cuidada dura mucho.
Te liberas de todo aquello que te impone la sociedad, las modas, las costumbres y tradiciones cuando escuchas tu cuerpo. Puede que te entre un dolor de cabeza que no se quita ni con un ibuprofeno (la industria farmaceútica, otro tema), o tienes unas digestiones muy pesadas, o estás siempre derrotado, sin energía, en el trabajo y de vacaciones, da igual. Todo eso es una señal de que algo no va bien.
También te das cuenta de que algo pasa cuando quedas con los amigos (con algunos, porque para eso los elegimos) o en alguna tertulia en la cafetería que frecuentas y observas los temas que se tratan.
Ahora es cuando te estás dando cuenta, desde el puesto de espectador, que los humanos nos decantamos por tomar el papel de víctima muchas veces. Preferimos quejarnos del tiempo, de la familia, el trabajo, etc.
No nos damos cuenta de que nosotros somos los únicos responsables de la vida que tenemos, que han sido nuestras decisiones las que nos han llevado a vivir las experiencias que hoy experimentamos.
Encuentras la libertad cuando no te tomas como algo personal. Ya sea que le hayan asignado a tu hijo un colegio u otro, o los libros nuevos o los de releo. O cuando quieres dar tu opinión y no entras en la conversación, o no cuentan contigo para una reunión. Siempre hay una mejor forma que no dejarse llevar por el querer tener razón. Resulta ser una cuestión de ego, ese ser insaciable que hagas lo que hagas nunca va a estar de acuerdo.
Al fin y al cabo, queremos lo mejor para nosotros mismos, pero esa paz la tenemos si hay paz a nuestro alrededor, es decir, si nuestras decisiones son por y para nuestro bien y el bien de todos.
Cuando ya sabes ésto, observas tu entorno en el papel de espectador. Así, sin entrar en detalles de tomarte las cosas como algo personal puedes tener claridad y ver lo que realmente está pasando a tu alrededor.
Dónde encuentras tu libertad
La libertad es como el aire, omnipresente y alcanzable para todos.
La libertad es como la felicidad, siempre puedes tenerla contigo, puedes sentirla en cada momento.
Es tu elección.
Si sientes que otros boicotean tu trabajo, o gafan tus sueños y anhelos, sólo es tu punto de vista. Estás permitiendo que el miedo o las limitaciones de los demás te frene. Nos coartamos de hacer muchas cosas en la vida elucubrando: “*¿qué estarán pensando los demás de mí?*”
En verdad, no nos damos cuenta de que ellos están pensando lo mismo de nosotros. Nos distraemos con cosas que nos hacen perder el foco y luego llega tu madre diciendo:
Cómo puedes alcanzar tu libertad
Como dice Raimón Samsó, entrégate al Absoluto. Cuando aceptas todo lo que hay a tu alrededor, todo es mucho más fácil. Aceptar significa que te has parado a observar tu vida, tu entorno, tus logros y tus sueños. Implica que te has parado a hacer balance de toda tu vida y a saber realmente si esa es la vida que quieres vivir.
¿De verdad crees que va a venir otra persona a solucionarte la vida? El hecho de estar aquí ya nos hace plenamente responsables de todo lo que hacemos.
Nuestros padres sólo nos dieron la maravillosa posibilidad de vivir esta aventura. De nada sirve echarles la culpa a ellos de lo que nos pasa cuando ellos también tienen bastante con sus vidas. Como se suele decir, todos somos víctimas de víctimas.
El ser humano, ante su incapacidad o baja predisposición a asumir su responsabilidad, prefiere dejarlo para mañana. Prefiere pensar que eso de elegir es para grandes momentos y lo de decidir (que es cuando ya tomas acción), eso, eso es para contadas ocasiones en la vida.
El ser humano tiene mucha necesidad de drama.
No hace falta que sigas alimentando al ego. La mente juega malas pasadas en todo ésto. Su recurrencia nos hace caer y volver a quejarnos de nuestra desdichada vida en cualquier requiebro. En tus reuniones con los amigos, te liberas compartiendo conversaciones de calidad con temas que puedan resultar inspiradores para los demás, abriéndote a nuevas posibilidades. También apagando la tele cuando comes, aprovechando el momento para hablar con tu familia y compartir experiencias e inquietudes.
Te liberas en tus ratos libres optando por entretenimiento consciente con cine de calidad, humor sano, salidas a la Naturaleza, trabajos de voluntariado, etc.
La libertad se la trabaja uno; se la concede a sí mismo.
No tiene nada que ver con el exterior. Uno se deja llevar por la opinión de otro y cae en las redes de creer sentirse ofendido. Uno se ofende si se convence de que le están ofendiendo pero si no hace caso, eso se evapora como el agua y sólo es cosa del otro. Y a veces, el otro no es consciente de que uno lo está pasando mal a causa del otro. En fin.
Todo tiene su porqué. Lo que nos pasa, lo que no nos pasa, lo que le pasa al otro, como nos tomamos las cosas, como se lo toma el otro,… Detrás de todo hay un ente peligroso que no hace más que impedirnos avanzar y expandirnos. Es tan claro como el sí y el no. En este caso, es lo contrario al amor, el miedo.
El miedo a exponerse, el miedo a ganar, el miedo a empezar nuevas experiencias, el miedo a no ser suficiente, el miedo a ser rechazado, el miedo a fracasar, … Sólo está en nuestra mente.
La libertad empieza por uno mismo.
La convicción de que todo tiene un sentido es lo que te hace libre.
Escríbeme para cualquier sugerencia o duda.
Con Amor
Bárbara