¿Te has preguntado alguna vez por qué atraes siempre al mismo tipo de persona, cliente o pareja?
¿Te gustaría saber por qué repites algo que no quieres repetir?
¿Sientes cómo, sin querer, brota la crítica de tu interior ante un comentario que hace cierta persona en tu día a día o en una red social?
En este post vas a entender por qué te pasa lo que te pasa y qué puedes sacar en claro al respecto.
¿Dónde estamos?
Vamos corriendo a todos sitios, al trabajo, a la compra, a las clases de yoga, interactuando con muchas situaciones y personas.
Puede ser que estés emprendiendo y trabajes desde casa o que no seas muy de salir y prefieras quedarte viendo una buena peli o una serie. Aunque sea de forma virtual, de algún modo, tú también estás en contacto con la gente.
El entorno que nos rodea nos proporciona mucha información sobre lo que estamos viendo. El modo en que interactuamos con los demás, cómo ellos reaccionan con nosotros, es un reflejo de nuestra personalidad.
Todos estos lugares son un escaparate que nos muestra la extensa variedad de la personalidad humana.
Es la actitud y las decisiones aquello que determina en gran medida la construcción de complejas redes que constituyen las relaciones humanas.
Así podemos ser testigos de fantásticas relaciones basadas en el amor y el afecto sincero, en el respeto y la cooperación. En estas ocasiones resulta evidente la existencia de una comunicación fluida y veraz entre las partes. Son ejemplos la sincronicidad entre socios, la llegada de clientes con el perfil ideal o la confianza en colaboraciones.
Pero puede darse el caso contrario, en el que la falta de comunicación afecte a los intereses de cada uno y surjan las discrepancias y roces. Así es como aparece lo contrario al amor, el miedo, manifestándose en desconfianza, críticas y rechazo. Pasa cuando, por algún motivo, alguien se siente en desventaja y brota la envidia o los celos.
Todas estas situaciones son una fuente de información sobre nuestra personalidad forjada por el tiempo y moldeada por las circunstancias que vivimos.
Si nos encontramos en un momento de autoconocimiento ya sea porque estamos creando nuestra marca personal en nuestro emprendimiento o porque queremos conscientemente abandonar cierto hábito que nos impide conseguir las metas que nos hemos propuesto, es posible conocernos mejor para poder mostrarnos al mundo con confianza y seguridad en nosotros mismos.
Has de saber que las creencias que vivimos nos hacen tener unos pensamientos que nos hacen sentir ciertas emociones que llegan a convertirse en decisiones.
Estas decisiones , reproducidos en el tiempo, se tornan hábitos que proporcionan determinados resultados.
Los resultados que tenemos nos fortalecen en nuestras creencias y éstas, nos hacen comportarnos de cierta manera.
Por este motivo estamos atrayendo una y otra vez situaciones cotidianas que, a no ser que pongamos empeño en cambiar esa inercia, seguirán manifestándose por doquier.
Es la Ley de Atracción la que obra en consecuencia, suministrándonos más de aquello en lo que nos enfocamos y permitimos que suceda.
Muy bien cuando son cosas que nos encantan, que nos divierten y que construyen.
Pero cuando son personas que poco nos apoyan, costumbres que no respetan los horarios que nos ponemos o trastos que obstaculizan el Chi de nuestro hogar es probable que esté parpadeando en nuestra cabeza la señal de Warning y nosotros sólo nos demos cuenta de que estamos cansados, no rendimos bien e incluso estamos malhumorados.
Pues bien, como no hay problema que no tenga solución, he aquí una herramienta scanner que sacará a la luz la raíz de tus problemas. Se trata de la Ley del Espejo.
Esta ley enuncia que todo lo que acontece fuera de ti es un reflejo de tu interior.
Siendo perceptor de lo que sucede, desde un punto de vista objetivo, constituye una evolución de conciencia y crecimiento personal.
Esto se debe a que la causa de todo lo que experimentas en tu vida está ocurriendo también dentro de ti. Te guste o no, dejas de ser la víctima para darte cuenta de que no son otros sino tú quien únicamente crea tu realidad.
Cambiando tu forma de pensar, tus paradigmas y creencias, por ende, cambia tu realidad.
Esta ley actúa tanto en aquellos aspectos que nos incomodan y nos gustaría deshacernos de ellos como en los que nos hacen sentirnos realmente orgullosos y, más allá de quererlos cambiar, los queremos fomentar.
Seguro que ya has oído hablar de ello, pero quizá te resulte más fácil reconocer cómo obra esta ley en determinadas ocasiones ya que, a veces, no se ve con claridad cuál es el reflejo exterior.
Aquí te muestro cuatro matices más bien orientados a los aspectos negativos porque suelen ser los que más llamativos.
Identifica en qué ocasiones te puedes encontrar y toma la decisión de qué hacer en cada caso para trascender ese tema y seguir con lo tuyo.
Es una situación de similitud. Puedes ver una actitud de alguien que te molesta o que te encanta. Es algo nuestro que no queremos ver o aceptar.
A veces, cuesta mucho verlo en nosotros mismos, pero sólo fíjate bien y verás que tú actúas igual, sientes igual y te muestras igual.
Te estará sacando a la luz una virtud que tienes o bien, lo que llamarían, una sombra.
Sería el caso de una persona que exige mucho a los demás porque ella se exige mucho a sí misma.
¿Qué hacer?
Tomar cartas en el asunto. Tienes dos opciones, aceptar eso que te pasa o como eres y seguir con tu vida. O bien, tomar conciencia de ello.
Ya, viéndolo en perspectiva, serás capaz de pillarte en un renuncio cuando lo hagas otra vez y tendrás ahí la posibilidad de seguir haciéndolo o elegir actuar de otro modo y cambiar ese resultado, si es lo que quieres.
Son los opuestos. Especialmente, se observa en aquellos aspectos que nos molestan. Es cuando dices eso de “No, en absoluto soy así.” Esa persona, ese espejo, te está mostrando que tú eres lo contrario, que estás en el extremo opuesto a lo que ves.
Sería el ejemplo de una persona que se queja del desorden cuando él es muy muy ordenado.
¿Qué hacer?
En este caso, la táctica es el equilibrio porque los extremos nunca son buenos. Tan malo es tener el Síndrome de Diógenes como sufrir de Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Es un tercero el que recibe la acción.
Puede ser el caso de cómo le puede molestar a una persona que su amigo no le invite a un café cuando, realmente, a él le cuesta un montón también invitar a otros.
¿Qué hacer?
Describir qué es lo que te molesta y buscar quién está sufriendo el rebote. Tomar conciencia de ello ya es un salto cuántico. Supondrá darte cuenta de ello cuando lo vuelvas a hacer.
Se da cuando, por alguna apreciación, se siente en desventaja e impera una necesidad de control sobre el otro. Puede ser que se hayan depositado muchas expectativas respecto a lo que es en realidad. O se ha caído en idealizar a los demás. O creemos que es posible cambiar una situación.
Un ejemplo sería querer que nuestra pareja, de buenas a primeras, tenga unas atenciones que nunca había manifestado.
¿Qué hacer?
Reconocer que estamos obrando con una intención personal para nuestro propio beneficio y buscar nuevas formas de interacción con esa persona de modo que sea un win to win; ambos ganan.
Te liberas de este yugo en el momento en que aceptas a las personas como son, y dejas de querer controlar y cambiar.
Reconociendo la Ley del Espejo en tu día a día supondrá una fuente de autoconocimiento y sabiduría increíble.
¿Qué gano yo con esto?
Mucho, porque los beneficios que obtienes son considerables. Eso sí, es como todo, los resultados serán cada vez mejores con la práctica.
A título personal:
- Profundizas más en tu autoconocimiento
- Tienes más equilibrio, lo que se traduce en mayor paz interior
- Vuelves a la humildad conociéndote realmente como eres
- Te liberas de la actitud de víctima que bloquea tu felicidad
- Aumentas tu sabiduría y sensación de libertad
En relación con los demás:
- Les comprendes mejor porque ejercitarás más empatía y la compasión
- Aprendes nuevas tácticas y estrategias para conseguir tus objetivos
- Asimilas nuevos aprendizajes que te enriquecen como persona
El hecho de tomar conciencia de esas reacciones que tienes, de cómo te comportas ante determinadas situaciones o personas o cómo te comunicas con otros repercute directamente en tu nivel de conciencia. Tener la capacidad de observar todo esto proporciona libertad de movimiento.
Dime qué serie ves y te diré …
Tendría unos diez años cuando, habiendo terminado mis deberes, tenía mi momento tele.
Unas veces veía a Steve …. en Cosas de Casa
Y sino la furia del Tío … o aquel baile de Carton que me cautivó El Príncipe de Bel Air.
Y sino Alf, con su indiscutible humor. Para comérselo, ¡era tan entrañable!
Mi madre me decía: “¿otra vez?”
La verdad es que eran pura tontería, pero me reía un montón. Eran las series que más me gustaban.
Pues sí, me pasa que hoy en día me reconozco en algunos dejes y sonrío.
Uno no sabe hasta dónde llega al subconsciente lo que se mete para la mente. Ya sea cuando se es pequeño, adolescente o adulto, absorbemos como esponjas lo que vemos y escuchamos. Más aún si lo hacemos queriendo, es decir, prestando atención.
No es de extrañar que hoy en día reproduzca de forma involuntaria gestos, bromas o dejes que hacían los personajes, pues quedó grabado por mi cerebro reptiliano.
Y no es que me de cuenta yo misma de que reproduzco a la perfección el movimiento de caderas de Steve o las caras de asombro de Will, es que hasta me lo han dicho otras personas. Me resulta gracioso, me trae buenos recuerdos: felicidad, hogar, alegría…
Pero, en ocasiones, es posible que me pueda sentir avergonzada por ello. Pero en realidad, ¿de qué puedo sentirme avergonzada? Hoy en día entiendo qué es lo que pasa.
Todos vemos la vida desde nuestro punto de vista. Así tenemos una percepción del espacio que habitamos, las personas que vemos y de esa persona que vemos cuando nos ponemos delante de un espejo.
Todo está íntimamente relacionado y, por ende, todo tiene repercusión. Un mínimo cambio de actuación en algún campo repercute en el resto de piezas que conforman el sistema.
Puedes ir tranquilamente por la calle y encontrarte a una persona con una melena sana, cuidada y super brillante, y encima, huele de maravilla. O ves a lo lejos a una persona que le está sosteniendo la puerta a otra persona para que pase. U hoy te has dado cuenta, en este momento, que estás teniendo un día realmente estupendo.
Fantástico, ¿verdad?
Ya, pero también te puede pasar lo contrario. Puede ser que estés ya un poco harto de atraer al mismo tipo de clientes que les cueste pagar por tus servicios, de coincidir con la cajera borde del supermercado o seguir cayendo en la misma historia de siempre.
Te propongo un ejercicio para practicar la Ley del Espejo. Tómatelo como un juego porque nos vamos a reír un rato.
Ejercicio.
Escanea tus preferencias.
Es fundamental tener conciencia de lo que nos metemos a la cabeza porque ya hemos visto que va a definir lo que pensamos, decimos, hacemos o sentimos.
Ahora, busca a tu personaje favorito. Sí, ese que estás viendo ahora en la serie que estás siguiendo, o en ese programa que con el que pasas un buen rato tumbado en el sofá.
Principalmente nos enfocaremos en la personalidad. Descríbelo con unas 5 o 6 cualidades que lo definan. Puedes ayudarte de preguntas como:
¿Cómo se relaciona con los demás?
¿Cómo afronta un problema?
¿Cómo reacciona cuando las cosas no van bien?
Puede resultar interesante hacerlo a modo de juego con otra persona. Ambos, en privado, hacéis esa pequeña lista de cualidades. Luego la pondréis en común.
Y, finalmente, sería cuestión de valorar de 1 a 10 en qué grado tienes tú esa cualidad. Es importante que seas lo más objetivo posible para que sea un ejercicio efectivo.
Ahora es momento de volver a poner en común los nuevos resultados con tu compañero de juego.
¿Qué conclusiones sacas?
¿Estás de acuerdo con los resultados obtenidos?
¿Te sientes identificado de algún modo con ese personaje?
¿Reconoces la Ley del Espejo?
¿Hay algo que quieras cambiar en tu vida o hacer al respecto?
Ahora te toca a ti hacer balance de las personas que te rodean.
Se seguirán repitiendo estas situaciones y atraerás a personas parecidas, de las que te volverá a molestar lo mismo, a no ser que tomes conciencia de que son maestros que contribuyen a tu crecimiento personal y a que hagas el cambio.
Haciéndonos conscientes de las experiencias que vivimos, podremos conocer qué estamos experimentando y así obrar en consecuencia fomentando o transformando esos espejos a merced. Liberador, ¿no crees?
Cuéntame en comentarios qué te parece todo esto que te cuento y cuenta conmigo para ayudarte a hacer el ejercicio que te he propuesto. ¿Qué te parece la idea? Escríbeme.
Gracias por estar ahí.
Con amor,
Bárbara.