Reconoce Tu Ego Y Domínalo en 7 Pasos

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Nuestro ego influye directamente en la vida que vivimos, ya que en función de cómo nos relacionamos con él, tomamos de una forma más acertada o no nuestras decisiones.

Ese acierto será el que contribuya a un mayor bienestar en nuestra vida.

El ego vive con nosotros y se va haciendo según las vivencias y circunstancias que acontecen en nuestra vida.

Es la imagen con la que nos mostramos a los demás y delante de nosotros mismos.

Va modelándose de acuerdo con la manera en la que nos tomamos las cosas, recopilando miedos y limitaciones, comparándose con los demás de manera automática y estableciendo sus propios juicios de valor.

¿Qué papel toma el Ego en nuestra vida?

El ego nos defiende de aquello que sufrimos un día y que hoy seguimos reproduciendo como si fuera ayer, pues él nos hace que sea un recuerdo vívido.

Cada vez que hemos sentido odio, rencor, humillación, alguna desgracia, cualquier tipo de maltrato, ha dejado huella en nuestro Ego y ya está aquí él para defendernos de que no nos vuelva a pasar.

Según él, “el mundo nos debe pleitesía y respeto”.

De este modo, el Ego pulula en todo momento por nuestro día a día con el afán de defendernos de cualquier debilidad que se nos pueda presentar, excusándose en parecer así más fuerte física y emocionalmente.

Podría tratarse de recurrir una y otra vez a una conducta, más bien infantil, si se ve desde el punto de vista de alguien que no perdona y sigue adelante en la vida, aprendiendo de los errores cometidos y mirando el futuro con esperanza e ilusión.

El Ego teme las experiencias nuevas, todo aquello desconocido, la cercanía con los otros, el compromiso y el Amor, la salida de la zona de confort, …

¿Cómo nos influye el Ego?

La toma de conciencia de las circunstancias que nos suceden en la vida, es el punto de inflexión de tener una vida que sume o que reste.

Si alguna vez alguien nos ha puesto en evidencia delante de otras personas, nos hemos sentido humillados y no hemos sabido reaccionar para defendernos en ese momento, no es motivo para que hoy en día evitemos tener relaciones cercanas con personas y disfrutar de los placeres de la vida.

Seguir cohibidos por aquello que pasó y seguir sintiendo rencor no hace más que limitarnos en una burbuja invisible, menguando nuestra felicidad y plenitud en la vida.

El Ego se retroalimenta una y otra vez cuando nos dejamos llevar por el miedo, el asco, la rabia, la posesión, el rencor o la inseguridad.

El Ego va incorporando máscaras de falsa seguridad que terminan por distorsionar la apreciación que tenemos de nosotros mismos.

Se vale por sí mismo estableciendo un modo de actuación automático, de modo que llega a ser tan real como si fuese parte nuestra identidad.

Es fundamental conocer cómo se desenvuelve pues tomamos decisiones que pueden afectarnos tanto a nivel personal, social e incluso profesional.

Es inevitable convertirse en pasto del Cuerpo del Dolor, es decir, ser la viva esencia del victimismo, la culpabilidad, la tristeza, el sufrimiento, el egoísmo, la comparación, la desconfianza, la infelicidad en toda regla, pues el Ego nunca va a parar de compararnos con otras personas o con otros momentos de la vida u otros lugares.

El Ego siempre va a estar al acecho para culparte por aquello que pasó, por lo que no has hecho o te llenará de miedo e inseguridad por el futuro incierto que está por venir.

Aprovechará cualquier momento para hacerte ver que todo lo que te pasa es por lo que está fuera de ti, les echará la culpa a otros de tu desdicha, regodeándose en el daño que te han hecho.

Sólo podrás sentirte libre cuando gestiones tus propias emociones, reconociendo en ellas a tu Ego.

Cómo dominar el Ego

Nunca vamos a deshacernos del Ego porque forma parte de nuestra identidad.

Forma parte de nuestras vidas, ni lo vamos a eliminar, ni nos podremos desprender de él, pero sí podremos disminuir su influencia, reconociendo cuando estamos siendo manipulados por él o estamos mostrándonos tal cual somos.

A continuación, expongo algunas actitudes que tomamos y que no hacen más que favorecer el sufrimiento.

Son 7 pasos para dominar tu ego.

Inspiradas en el libro “El poder de la Intención” de Wayne Dyer

1. No te sientas ofendido.

Siempre va ha haber algo por lo que te sientas ofendido (el desplante de una persona, un traspiés con una baldosa de la acera o el pasotismo que presenta tu hijo).

El Ego va a estar cuchicheándote como si fuera Pepito Grillo, diciéndote lo que está mal o bien o cómo tendrían que ser las cosas.

El sentirse ofendido se vuelve un hábito dañino.

Es tu responsabilidad hacer de este mundo un mundo mejor, pero de eso a sentirte víctima de todo lo que pasa, es otra cosa.

Caer en esas redes sólo va a debilitarte mucho más, a parte de fomentar esa energía destructiva.

2. Libérate de la necesidad de ganar siempre.

El Ego tiende a la separación, lo bueno y lo malo, vale o no vale, pierdes o ganas.

Es una pérdida de tiempo compararse todo el rato pues siempre habrá una persona más alta o baja que tú, o que tenga más destreza o experiencia en algo que tú.

Nunca podrás de ser más o menos porque siempre habrá otra persona que te supere de alguna forma.

Y eso no puede ser un motivo que elimine tu paz interior porque es una carrera que nunca vas a ganar.

Mírate con amor, como que siempre lo haces lo mejor que puedes.

Supérate a ti mismo con amor.

Perder no siempre es lo contrario a ganar.

De nada sirve acumular trofeos pues sólo así seguirás alimentando ese afán del Ego.

3. Libérate de la necesidad de tener razón.

La variedad de opiniones son fuente de conflictos y disputas que provocan en nosotros la necesidad de imponer ante los demás nuestra forma de pensar.

Para el Ego se vuelve una necesidad imperiosa, pues de lo contrario es como si estuviese gritando que él no es esclavo de nadie.

Vas a ganar mucho más optando por ser feliz y siendo amable y cariñoso con los demás y contigo mismo.

La actitud por una vida más optimista y saludable en todos los sentidos va a abrir puertas que hasta entonces creías cerradas.

Confiar es crear nuevas realidades.

4. Deja ir la necesidad de ser superior.

Todo está ligado.

Todo es visto desde diferentes puntos de vista siendo siempre la misma cosa, luego nunca va a ser mejor o peor que otra.

Simplemente será diferente.

Es el caso de querer comparar un gato o un león. Que veamos que el reflejo de un gato en un espejo sea un león no significa que sea cierto.

El león no es una especie superior al gato. Simplemente es diferente.

Sí que pertenecen a la misma familia, pero cada uno en su hábitat es una creación maravillosa del Universo.

Caer en las comparaciones no hace más que menguar nuestra autoestima y nuestro amor propio.

5. Libérate de la necesidad de tener más.

Queremos tener más tiempo libre, conocer más sitios, tener más ropa, un coche más nuevo, … Tu Ego siempre va a querer más porque nunca va a ser suficiente.

Así de nuevo, te vuelve desdichado, te hace estar en continuo malestar y caer en sus redes de nuevo.

No le interesa que pienses.

Sólo quiere que entres en una espiral y que no seas consciente de ello.

Aferrarse a las cosas te limita y te hace esclavo de algo que no puedes controlar.

Sólo siendo conscientes de que lo único, la única verdad es el presente en que vivimos, ni pasado ni futuro.

Luego, siendo agradecidos por todo ello, podremos liberarnos de este deseo de querer siempre más que no tiene fin.

6. Deja de identificarte con tus logros.

Muchas veces seguimos identificándonos con decisiones que tomamos hace un tiempo.

Es normal seguir actuando como aquel adolescente que a los 18 años decidió estudiar derecho y que luego ejerció durante años una profesión que no le llenaba.

Lo que hayamos hecho no significa que deba condicionarnos de por vida.

Cayendo en la crítica hacia ti mismo vuelves a perder la paz interior y a desconfiar, obstaculizando el camino a nuevas experiencias en tu vida.

Emplearías mejor tu tiempo si te enfocases en potenciar tus habilidades y destrezas y mejorar tus debilidades.

7. Libérate de tu necesidad de fama.

La fama es una visión que tiene otro de ti.

No puedes hacer nada al respecto pues es algo que no puedes controlar.

Es algo externo y está formada según el punto de vista de la persona que mira.

Puedes ser testigo de lo que otros opinen de ti pero ese es su tema.

Sólo viéndolo desde un punto de vista de observador puedes aprovechar la situación para mejorar algo que estimes oportuno pero nunca llegar a identificarte con ello, pues sigue siendo su visión.

Más adelante te desvelaré qué miedos guardan estos hábitos nocivos.

Confía en el proceso de la vida que siempre está a tu disposición para que seas feliz allá donde estés, con quién estés y sea lo que sea que estés haciendo.

Escríbeme para cualquier sugerencia o duda.

Con amor,

Bárbara.