Ser Amable, ¿Es Tan Difícil?

muchacha ayuda a un muchacho a levantarse del tronco de un árbol


En un principio

Este post iba a comenzar así:

anotaciones de deja de ser borde

Pero me di cuenta, que empezando así caía en las garras del ego. Estaría juzgando cuando yo no puedo hacer más que ser ejemplo con mi ejemplo.

La verdad es que me salió del alma.

Iba dirigido a esa persona que muchos de nosotros tenemos cerca.

Vamos, un familiar o un jefe o compañero de trabajo que, cayendo él mismo en su victimismo nos hace a los otros responsables de su insatisfacción por la vida.

“Oye, ¿y a mí qué me cuentas?”- le diría yo.

A ver, cada uno tiene sus cosas y no vamos por ahí echándoles nuestras piiii a los demás, ¿no?

En fin.

Historieta

Pero sí que os voy a contar de la historia de un borde, en un día cualquiera de su magnífica vida.

Esta es la historia de un borde que se dio cuenta de que era listo. Listo porque fue consciente podía hacer magia, podía hacer que los demás hicieran lo que él quisiera y eso molaba.

Resulta que era un día más de trabajar despotricando sobre lo poco que hacen los compañeros y lo borde que es el jefe, mientras saluda a su mujer de aquella manera.

A regañadientes se quita la ropa de trabajo, la deja tirada en el baño y se ducha.

De ahí se va a la nevera para coger algo para comer y beber y se tumba en el sofá.

Al poco viene su esposa comentándole que se había fundido una bombilla y había que cambiarla. Que, a ver si lo podía hacer él.

¿Él? Con muy mala gana, le dijo que no había sitio donde le dejasen en paz. Que ni en su propia casa podía descansar. ¡Que ya está bien!

Bueno, y no sé cuántas cosas dijo más, pero tantas que la pobre mujer hasta terminó sintiéndose culpable por habérselo dicho y se fue resignada.

Ella no dijo nada, sólo se le empezaron a saltar las lágrimas porque estaba muy sensible. Él sabía que ella estaría llorando.

No era la primera vez que pasaba, así que no le importó lo más mínimo.

Hace mucho que ya es usual que venga irascible a casa. Se queja. Dice que está cansado y que ha tenido un mal día.

Ella piensa que tampoco sus días son para tirar cohetes y no por ello, paga con los demás su insatisfacción por la vida.

Él siente que la vida le debe cosas. Le debe respeto, obediencia, consideración, simpatía, ternura.

Y como actuando así se ha dado cuenta que no hace más que infundir miedo en los demás, los otros no tienen otra que achantarse y hacerle caso.

Porque, encima, utiliza la violencia en forma de palabras que hieren el alma, miradas que cortan como cuchillos, cuando no le da por coger del brazo con fuerza y llevar a la persona con muy malas formas a otra estancia.

No hace falta llegar a más. Antes de golpear, controlar o amenazar a una persona, hay muchas formas de herirle: con el menosprecio, la imposición o la ofensa. Aunque todo empieza por los celos, la mentira y el engaño y por el chantaje.

Maltrata a la esposa porque el jefe le ha maltratado. Ella se siente impotente y se enfada con el muchacho que le trae cesta de la compra. Éste, mosqueado, da una mala contestación al operador que le llama para ofrecerle un descuento en su tarifa de móvil y así. El cuento de nunca terminar.

Vuelvo al principio. Sé amable. ¿Es tan difícil?

Nadie tiene por qué aguantar que tú no hayas conseguido lo que querías en la vida, o que no vinieran las cosas como esperabas o que realmente te sientas tan inferior que, por miedo a que te quiten el puesto, haces lo que sea por mantenerlo. Cuando amigo, lo único que haces es crear más desconfianza, más rechazo, más distancia.

Todos estamos haciéndonos un hueco en esta vida. No hace falta hacerlo a costa de otros.

No será que has tirado la toalla, que ahora sólo haces comer y dormir, que ya no quieres saber nada de experiencias nuevas,…

Pero, ¿cómo termina la historia?

La historia termina como tú quieras que termine.

Según tu grado de empatía y asertividad. Hay muchas maneras de sentirse uno bien sin herir a los demás.

Puede ser que no tengas mucha autoestima, que hayas perdido la confianza en ti mismo porque no has conseguido lo que te has propuesto.

O porque te sientas obligado porque la sociedad lo impone y así no eres diferente.

Puede ser que lleves bastante tiempo estando estresado por el trabajo o nervioso porque estés esperando un cambio en el trabajo y no llega.

Es posible que te comportas así porque tú excusa es decir “es que yo soy así”.

O puede ser que hayas tenido otras muy malas experiencias que te hayan llevado a defenderte de esta manera.

Esta persona está llevando a cabo unos patrones establecidos llamados arquetipos, en especial, el arquetipo del niño herido.

Si quieres indagar más en esta información, tienes a tu disposición el Curso de Relaciones Familiares Conscientes en el que se tratan éste y muchos temas más para tener la armonía que quieres con tus más allegados.

Sea como fuere, siempre hay una mejor opción qué ser uno mismo a expensas de subordinar a los demás.

Hay muchas fórmulas para tener tu posición y no sentirte invadido ni por nadie ni por las circunstancias.

Ante todo, has de tener muy claro tus preferencias. Es imposible tener paz si no sabes bien qué es lo que quieres en la vida.

Sé concreto y define bien las relaciones que te gustaría tener, tus pertenencias en casa, tu tiempo libre, tus hobbies, tus responsabilidades.

Comprende que adivinos no son todos y que descifrar qué piensas le cuesta a ti y a todos.

Tú haz tu parte, la vida ya te pone en bandeja lo mejor para ti. No sé si lo sabes pero: la vida es maravillosa.

Ten claras tus preferencias para que, luego, cuando interactúes con otras personas, sepas bien si eso que te plantean está acorde con tus tendencias o bien, no te interesa.

Y, por supuesto, recuerda que tú tienes tu propia visión del mundo y el otro tiene la suya.

Todos vemos el mismo punto bajo un ángulo diferente. Luego, verdades hay muchas. No solo la tuya.

Deja ya de pensar que todo es una conspiración para hacerte la puñeta porque, amigo, cada uno tiene su cruz que llevar y bastante tiene con su propia vida como para estar pendiente de tocarte las narices.

Además, no sé si sabes que cuando tú estás pensando “qué estará pensando el otro de mí”, él está pensando lo mismo de ti.

¿Entonces quién escucha a quién? No me voy a repetir. Igual te sale más barato ir a leer el post que escribí al respecto en vez de comprarte un Sonotone (con todos mis respetos).

Al fin y al cabo, uno se vuelve sordo cuando no le gusta en absoluto lo que está escuchando alrededor.

Uff, me he perdido, ¿Dónde estábamos?

Tranquilo amigo, estamos descifrando la fórmula ganadora para ser amable sin morir en el intento porque

nota de aristóteles: enfadarse es fácil,pero hay que hacerlo con la persona adecuada,en el momento idóneo,con el propósito justoy en la forma más correcta, aunque ésto no es tan fácil

  • Cónocete a ti mismo

Ganas mucho cuando conoces de primera mano cuáles son tus puntos fuertes y cuáles son aquellas facetas en las que podrías prestar más atención para que, por no saber gestionarlas, te lleven a perder los papeles en un momento dado.

Así es como podemos afrontar la idea de conseguir algo en nuestra vida. Si quieres saber más sobre esa insignia inscrita sobre el templo de Delfos puedes hacerlo en el post que escribí sobre ello.

  • Cultiva tu humildad

Es un regalo que te da la vida para que te enriquezcas cada día más. Se trata de darnos cuenta de que no tenemos la verdad absoluta, que no lo sabemos todo y que únicamente podemos acceder a una sabiduría superior cuando consideramos la aportación de los otros, sus puntos de vista, sus aprendizajes, sus andaduras.

La humildad se complementa con el profundo y sincero agradecimiento por aquellos que nos enseñaron lo que no sabemos o lo que nosotros no quisimos experimentar.

Es reconocer que estamos profundamente agradecidos por lo mucho que el mundo, en conjunto, nos aporta y que nos transporta a descubrir aventuras, lugares y sensaciones nunca antes conocidas.

  • Ríete de tus defectos

Y establece esa sonrisa interna que te abrirá puertas.

Ten sentido del ridículo, has de saber que no somos perfectos y e´tontería que sigas centrándote en ese bucle.

Lo ideal es tener un buen trato con los demás. Más o menos rayando lo incondicional e indiscriminado.

Estamos hablando de ser más que diplomáticos. Estamos hablando de poder sacarle el sol al día gris que lleve alguno.

Muchas veces, una sola sonrisa, un gesto de complicidad hace resurgir la confianza en el otro.

Sé amable y se abrirán un montón de nuevas posibilidades quizá desconocidas.

Intentar recorrer el camino de la realización personal por uno mismo obviando este hecho de ser amable, no solo con uno mismo sino con los demás, solo llevaría al olvido en la soledad, la indiferencia y la mediocridad.

Y tú, ¿qué vas a hacer al respecto?

Un sueño jamás contado

Recuerdo aquella vez en la que recibí una carta en la que se me convocaba para asistir a una cena de quintos.

Era la primera vez en mucho tiempo que iba a estar más cerca de ellos. Los veía por el pueblo y los saludaba, pero aquella vez me iba a sentar a su lado e íbamos a vernos después de tanto tiempo.

La verdad es que estaba nerviosa, no sabía qué me iba a encontrar, si iba a estar a gusto y si iba a conectar con ellos.

Al fin y al cabo, ya éramos unos desconocidos pues la vida da muchas vueltas y cada uno se va haciendo sobre la marcha.

Al final resultó que me lo pasé extraordinariamente bien.

¿Que no he vuelto? Sí, no sé por qué no; más bien, me acuerdo todos los años desde entonces y lo echo de menos.

El caso es que, dejando volar una vez más mi imaginación, me gustaría organizar un evento.

Volvernos a juntar, esta vez, superando nuestra timidez y presentando a los demás nuestras habilidades.

Me imagino cómo todos y cada uno de nosotros nos presentamos allí con la intención de mostrar a los demás qué hemos llegado a ser expertos en alguna materia.

Me imagino como nos ponemos de acuerdo y, por temáticas, hacemos una especie de propuesta de talleres a los que podemos acceder quien quiera.

¡Me parece tan enriquecedor!

Me imagino a una chef fabulosa que hace unas tartas de miedo.

No es tan difícil encontrar en mi pueblo un experto en calderetas de cordero manchego. ¡Se me cae la baba! La tenéis que probar.

O a un Nº 1 en bricolaje.

Ay, ¡cómo me gustaría aprender a reparar las pequeñas cosas de casa, o hacer agujeros o crear una mesa!

O puede que haya un músico impresionante que es capaz de transmitirte su pasión y te hace ver la música desde otro punto de vista.

Quizá alguien pueda darnos unas clases de yoga y nos enseñe a hacer la postura invertida, esa en la que apoyas los antebrazos y la cabeza en forma de triángulo.

¡Me parece tan enriquecedor!

Seguro que nos sorprenderíamos de lo mucho que tenemos para aportar al mundo, de lo mucho que podemos aprender y de lo mucho que podemos compartir.

Podría ser ese bálsamo que nutriera todos aquellos momentos de nuestra adolescencia en los que, por querer hacernos hueco en este mundo, nos sintiéramos heridos por alguna burla, descalificación o habernos sentido ignorados entre nosotros.

Es muy posible que hoy en día, si tuviéramos la valentía de aceptar quiénes somos realmente y todo lo que hemos aprendido hasta ahora, encontrásemos auténticas joyas.

Es posible que encontrásemos nuevos amigos.

Bueno, la verdad es que disfruto muchísimo haciendo estas películas en mi mente.

He de reconocer que no tomo nota de estas “creaciones” más allá de lo que me gustaría.

Pero soy consciente de que somos plenamente creadores de nuestra realidad y, estoy bastante segura, de que este puede ser otro caso de éxito. A las pruebas me remito y más si lo escribo.

De esto ya hablaré en otra ocasión. Pero he de decir que funciona. Que se cumple.

Si a mí me ha pasado, ¿por qué no te iba a pasar a ti?

Sonrío mientras escribo esto porque sé que algún día se hará realidad.

Me regocijo visualizando las sonrisas de cada uno, los abrazos de complicidad, …

¡Ostras, que me emociono!

Pero qué fácil es hacer la vida amena a los demás, qué bonito es ver feliz a las personas.

Por concluir de algún modo

Sólo es cuestión de mirar más abajo, en la esencia.

Desnudarnos, por fin, de tantas máscaras puestas por inseguridades y miedos.

Somos tan bellos, tan auténticos, tan genuinos, … ¿Por qué nos escondemos, si tal cual somos, somos geniales?

Esto es tan cierto como que ninguno llevamos la huella de otro.

Ninguno podemos contar la misma historia con el mismo sentimiento.

Soy tan feliz de ver el lado bueno de las personas.

Creo que es algo a lo que llegué y donde me quedé. Hace mucho que lo practico.

Será por eso por lo que he tenido la capacidad de congeniar con las personalidades más variopintas.

Quizá he sabido escucharlos en su momento.

Todos tenemos algo que decir.

Aunque muchos no lo decimos por miedo a perder espacio, autoridad o porque creemos que no vamos a ser aceptados.

Somos puro amor y toda muestra contraria significa un profundo deseo de ser a considerado, aceptado, en definitiva, amado.

Subestimamos el poder del amor, lo obviamos; cuando es la esencia suprema de todo lo que nos rodea.

El amor ha permitido que las personas se sientan seguras de ser ellas mismas.

Gracias a ello, los científicos han desarrollado fabulosas teorías.

Los grandes empresarios contribuyen al incremento de la economía y con ello la mejora de nuestra calidad de vida.

Los maestros comprometidos inculcan valores éticos en las nuevas generaciones.

Todos trabajan en pro de algo mayor y más grande, el desarrollo del ser humano.

Pensando todo esto, me lleva a un solo sitio, al del agradecimiento.

Gracias de todo corazón a todas esas personas que han apostado por sí mismos, han invertido dinero y tiempo para que otras personas gocemos de tener a mano desde un jersey hecho a mano hasta un coche en un concesionario; desde un paseo en un Segway a un documental sobre la vida de las hienas (que, por cierto, vi uno el otro día en La 2 que me encantó).

Creo que somos infinitamente afortunados por todo lo que hacemos por nosotros, por lo mucho que valemos y por grandes que somos.

Sin más.

Te espero en el próximo alto en el camino.

Con Amor,

Bárbara.