Tú y tus propósitos de año nuevo
Apenas nos adentramos en el nuevo año, nos vemos inmersos en los objetivos que nos planteamos para esta nueva etapa. Y claro, ahora puede que esas fuerzas se vayan diluyendo con el tiempo.
Si le pediste algo a los Reyes Magos,puede que tú seas de aquellas personas que no están del todo conforme con lo que te han traído. Igual podría paliar un poco ese pesar con una nueva cazadora, un móvil o una cenita en ese restaurante tan acogedor que han abierto.
O puede que no seas de los que nada ni nadie puede eliminar ese amargor que sientes por dentro de ver que otro año más ha pasado y, ni por asomo, has conseguido aquellos proyectos que determinaste después del verano. Ya ni hablamos de los que te pensaste a principios de año porque de esos ni te acuerdas.
Llevas ya un tiempo emprendiendo y no ves color. Sí, vas haciendo cosillas pero no hay tu tía. No termina de cuajar la cosa.
Es posible que tu enfoque esté bastante bien definido e incluso hayas conseguido en algún momento algún que otro cliente interesado en alguno de tus servicios o productos. Pero como no es recurrente, te desesperas porque no fluye.
Entonces puede que el mal sea bastante menor y pueda simplemente llamarse…
Esto es lo que te puede pasar un día cualquiera de esos que decides sentarte a escribir un post y son las 21h y, no solo no lo has hecho, sino que tienes un cansancio bestial encima. ¿Por qué pasa esto?
A continuación, te muestro aquellas 7 distracciones que pueden arruinar tu día a día mermando tu energía y minando esos buenos resultados esperados.
1. No tener un guion
Cuesta mucho ir a la compra sin haber hecho una lista de lo que necesitas, ¿verdad? Te lleva mucho más tiempo y terminas comprando lo que no te urgía. Pues lo mismo pasa si estás haciendo marketing de contenido.
Sentarte a hacer un post sin tener un guion o esquema donde apoyarte te va a llevar escribirlo más tiempo del que te imaginas. A parte de que puedes empezar hablando de una cosa y terminar comentando otra muy distante.
Pararte unos minutos a recapitular las ideas que quieres plasmar te ayudará a enfocarte en lo que deseas transmitir. Claro está que esto se puede extrapolar a la planificación que puedas hacer de tu día o, si te gusta tener más control, planificar la semana entera.
2. Irse a otro tema
El arte de la escritura libre es dejar que los pensamientos se plasmen sobre el papel o la computadora y está bien. Pero si quieres abordar un tema en especial, tu cometido tendrá que ajustarse a unas directrices que te permitan seguir el hilo.
Porque si no tienes estipulado un poco de lo que vas a hacer me temo que eres pasto de la mosca esa que pulula a tu alrededor.
3. Redes Sociales fuera
Sin más. Necesitas desconectar para conectarte a lo que desees llevar a cabo. En otras palabras, ni siquiera el cerebro de mujer puede hacer dos cosas a la vez. No esperes estar al cien por cien en aquello que tienes entre manos si tienes un ojo cada dos por tres en el móvil.
El placer que produce el saber ya mismo quién ha comentado una imagen que has mandado o, simplemente, cotillear el estado o las historias de los demás, ha hecho mucho daño. Tanto que ha llegado, en la mayoría del personal, a sufrir una dependencia absoluta a dicho aparato.
Las soluciones al respecto son fáciles: silencia las notificaciones, mete todas esas aplicaciones en una carpeta donde no puedas ver el numerito de notificaciones nuevas recibidas o, una medida más drástica, déjalo en otra habitación o dáselo a otra persona que se lo lleve y no te lo devuelva hasta la hora en que lo acuerdes.
Hemos vivido toda la vida sin móvil (pregúntale a tus padres). Si a alguien le urge dar contigo, ya te digo que lo consigue fijo. Puede que incluso despiertes un sex appeal extraordinario más allá de lo que hoy en día es común.
4. Metas muy altas
Si sigues con el post, en vez de fustigarte por no hacer los posts de Vivir al Máximo o de Neil Pattel de 25.000 palabras, ámate. Todos empezamos por a y luego b. Querer hacer la maratón de San Silvestre no habiendo corrido en la vida es chungo.
No te frustres por metas que sabes que son grandes para ti. Sé humilde y juega juegos que puedas ganar.
No estoy diciendo que te conformes con algo que sabes que lo vas a conseguir. La experiencia es un grado que se consigue cuando llevas cierto tiempo practicando.
Ámate. Date el tiempo que se da un niño para aprender a andar. Concreta tu primera etapa que luego te lleve a la segunda y así, sucesivamente.
Empieza con 500 palabras (o 300 si lo ves mejor) y afiánzate en tener la soltura de escribir este monto a diario. Luego ya podrás aumentar el número. Más vale comer varias veces al día poquito que no darte un atracón y ya está.
5. Cosas pendientes
Las Casas Colgadas de Cuenca, colgadas están y siempre lo van a estar. Lo pendiente no tiene fin. Esas listas interminables de cosas por hacer, de pensamientos, ideas o lugares donde ir… No es más que otra distracción. Procura incorporar todas tus cosas pendientes a tu calendario.
Conforme llega, dale su lugar, mételo para mirarlo sin más demora en un rato que le designes, o pasa de ello. Que lo tengas en tu cabeza no significa que sea interesante o imprescindible. Te aseguro que si es importante o urgente lo vas a llevar a cabo sin demora.
En vez de liarte con tanto posh-it, hazte tu cuadrante de andar por casa y decide ipso facto si es urgente o si es importante y fecha y hora de cuándo te vas a poner con ello. Punto.
Si llegado el momento una causa mayor no lo impide, pasa de ello. Sin más. Porque se ha convertido entonces en una pérdida de tiempo.
6. Orden
Estar mirando a tu pantalla con un porrón de libros, papeles, papelitos, posh-its y cachivaches de cualquier tipo te come tu concentración.
¿Por qué te crees que te ponían un folio en blanco cada vez que hacías un examen? Pues eso, para que te concentrases y contases sólo lo que te preguntaban.
Limpiar tu lugar de trabajo, tu casa, tu cuerpo… es síntoma de vida. Porque si no te deshaces de tus propios desechos, como decía uno, estás muerto.
Supera esos 20 primeros minutos en los que tu cerebro no hará más que decirte que no se te olvide esto o aquello, que llames a tal, que te queda mucho por hacer… No sucumbas. Es tu calentamiento.
7. Desánimo
La falta de ánimo llega cuando estás a lo que no tienes que estar y por ello, dispersas tu energía y acabas el día con un profundo agotamiento. No creo que merezca la pena.
Recuerda cuál es tu cometido en tu emprendimiento, tu para qué haces lo que haces, tu misión. Tu manera de ayudar a los demás. Piensa que recibes tanto dinero de acuerdo a la resolución del problema que tenga tu cliente.
Lo peor es si aún tienes dudas de si está bien enfocado tu emprendimiento, de si de verdad eso es lo que quieres hacer realmente, si tiene futuro. Ahí es donde yo te puedo aportar mi granito de arena.
Te cuento que dispongo de una intuición de última generación ya afincada con casi cuatro décadas puesta al servicio de aquel alma inquieta, dudosa e impaciente de conocer con certeza qué hacer, cómo hacer, cuándo, dónde y con quién en cualquier momento o lugar y, si es posible, quede instalada de por vida.
Pues sí, has dado con la persona indicada que no solo te dará la seguridad y confianza que necesitas para llevar a cabo aquello con lo que puedes contribuir a este mundo, sino que, con ella (ósea conmigo 😉) aprenderás a integrar en tu día a día esa certeza de saber que lo que estás haciendo es lo que tienes que hacer.
Deja de postergar tu vuelo y despega ahora. Escríbeme y supera este trago ya.
Con profundo amor,
Bárbara.