1. ¿Creías que a ti no te iba a pasar?
Pues, amiga, amigo, como decía esa anuncio:
Fue como una invitación a meditar y reflexionar qué narices estamos haciendo en esta vida.
Fue un parón a lo bestia. Hasta el más humilde de los mortales se ha replanteado algo en su vida. Hasta le tenemos que estar agradecidos por ello.
El caso es que todas esas meditaciones y reestructuraciones han podido sucederse de distinto modo.
Unos se han puesto las pilas y han acelerado al máximo, otros han hecho limpieza de todo lo que andaba por casa que ya no servía, otros se han relajado y otros se han frenado.
Más allá de lo que nos pudiera parecer a los demás, cada persona sabe qué es lo que ha pasado por dentro de ella. Lo que hayamos visto en los demás sólo es la punta del iceberg.
Lo hayamos verbalizado o no, sabemos que cambios han acontecido en nuestro interior que nos ha cambiado en parte la vida.
En mi caso, todo empezó con inofensiva incorporación de la dieta disociada en mi día a día.
Oye, fantástico.
Cereales, legumbres y arroces para comer (siempre uno sólo de ellos) y proteínas por la noche. La verdad es que los cambios han sido significativos.
He pasado la que parecía inquebrantable barrera de los 60kg; ya estoy en los 58. ¡Hala! A la porra. ¡Por fin!
Bien por ahí; bajas de peso, de volumen, más ligera… Todo bien hasta que te acuerdas de las pizzas, los platos de cuchara o el pan de las tostadas.
En fin. Todo sea por una buena causa, la de recuperar la verdadera salud en mi cuerpo. Porque no es que estuviera mal, pero no estaba sana.
Es como cuando se te ha metido una piedrecita en la zapatilla y no te la sacas aún, dices “ahora después”, y la echas a un lado para que te moleste un poco menos.
Pues lo mismo con lo demás. Te crees que estás bien pero lo único que haces es mantener una situación de medio pelo.
Entonces, sin darte cuenta, te ves envuelto en un BUCLE MENTAL del que te es difícil salir.
Y claro, olvídate de volver a lo de antes porque tu cuerpo ya se ha encargado de decirte que por ahí no.
Así que no queda otra que pensar en una táctica nueva en un plan nuevo, a estrenar, porque el que tenías se ha quedado obsoleto y ya no encaja en tu día a día.
Ahí, algo pasa.
Puede ser que todo lo que esté pasando es que te estás desviando de tu verdadero cometido, tu Ikigai, el para qué de tu emprendimiento.
Deja ya de pasarlo por alto y localiza aquello que te está avisando de que por ahí no es.
2. Síntomas para saber que te estás desviando de tu propósito
A veces va pasando el tiempo, nos vamos acostumbrando a una incomodidad que resulta normal. Puede ser que nos hayamos rendido a creer que puede existir vivir la vida desde la satisfacción, la alegría y la presencia de estar aquí, en este mismo momento, dejando a un lado el pasado que ya no está ni el futuro incierto que tanta ansiedad produce.
Por ello, aquí te dejo algunos síntomas que he encontrado más significativos a la hora de desviarte de tu verdadero propósito:
1. “Estoy cansado/a pero no puedo parar”
Incluso lo verbalizas y, claro, estás cansado porque no paras de decretarlo. No esperes que venga otra persona a decirte que descanses. A veces, eso no pasa porque todos estamos metidos en un montón de historias que queremos sacar adelante. Lo vemos como un mal común. Hacemos normal lo anormal.
Luego, escucha lo que te dices. Puede revelarte muchos secretos.
2. “No, si sólo tengo un ligero dolor de cabeza”
Por ahí se empieza. Estás escribiendo un post y luego te pones el directo de tu amiga y claro, cómo vas a decir que no. Una cosa, la otra, plena atención, ¿en qué?
Entonces viene lo que se avecinaba, macrojaqueca al tanto.
¿De verdad que hay que llegar a esto? Una vez más, haz escucha activa, pero esta vez, escucha tu cuerpo. Si quieres vivir para verlo, tenlo en cuenta. Él es el que va a hacer que todo funcione bien, que puedas materializar todos tus objetivos.
3. “No hago nada de lo que me he propuesto”
Tú haces tu agenda o te la hacen. Te viene una notificación, una llamada o una interrupción. Decir que sí a la primera de cambio no hace más que mermar tu concentración. Mejor podrías comentarles que les atiendes en unos minutos (20, media hora o incluso mañana).
Eso te dará margen para valorar y dar prioridad a lo que más te interesa terminar. De este modo evitarás sacarle el trabajo a los demás y dedicarle el tiempo al tuyo, que es el que te va a hacer avanzar.
4. “Tengo muchos objetivos y ningún resultado”
La multitarea está haciendo mucho daño. Parece que hay que ser Dios y estar en todas partes. Nada más lejos de la realidad.
Busca eso que te guste, se te dé bien hacerlo y sea beneficioso para los demás y replícalo muchas veces.
Mi madre siempre me ha dicho:
5. “No he hecho nada en todo el día”
Si no es cosa de hoy sino que de hace más días, no es tan trágico. Sólo necesitas hacer recuento de lo que vas haciendo. Te explico, si eres de las personas que empiezan pronto (no sé, a las 7 por ejemplo), haz balance a las 10 de lo que has hecho; luego a las 14h, a las 19 y a las 23, o cuando te vayas a dormir.
Escribir qué has hecho te ayuda a decantarte, inconscientemente, a hacer aquello que luego quieres ver reflejado en esa lista. Es importante reconocer los logros obtenidos. De lo contrario, estamos perdidos porque todo se reduciría a obligaciones inacabables.
6. “Quiero un cambio en mi vida y lo quiero ya”
Y seguro que lo quieres en todas las áreas de tu vida. Pues ya te digo que va a ser un poco indigesto. El otro día fui consciente mientras veía una entrevista en Youtube.
Me di cuenta de lo guapa y perfectamente arreglada que salía la presentadora. Fui consciente de que si yo tuviese que introducir en mi día a día llevar esos tirabuzones tan perfectamente hechos, ¡sería un trabajo en toda regla! Supondría integrar un ente nuevo en mi vida que me llevaría tiempo, ganas y motivación.
Eso tiene un coste.
Me di cuenta que cada vez que deseamos integrar un nuevo hábito en nuestra vida necesita su espacio y como tal, hay que hacerle hueco. Así que, los nuevos hábitos, piano piano para que sean transformadores, porque de lo contario se retornan a un cambio que hiciste un solo día.
7. “No sé que me pasa pero no tengo ganas de nada”
No menosprecies el impacto emocional que conlleva cualquier cambio que introduzcas en tu vida porque, por muy mentalizado que estés, esa parte emocional no es tan fácil de incorporar. Esos altibajos se deben a la falta de atención que te prestas a ti mismo. No te voy a decir que te cortes en los desfases pero lo que sí no te puedes permitir es tocar fondo.
Ten un salvavidas, una lista de canciones de te suban la moral, vídeos inspiradores, una charla con ese amigo que llevas mucho sin hablar. No te dejes caer en la desgana.
Ponte microobjetivos diarios, sólo 3 que aunque sean pequeños, el haberlos superado te reconforte haberlos conseguido. No te dejes, sigue avanzando. Después del 1 el 2.
Date tiempo, no hay prisa y tienes mucho que ganar.
Si aún tienes motivos por los cuales sentirte abatida o abatido y no sabes por dónde seguir, únete a un grupo de Mastermind donde otros emprendedores como tú se ayudan para superar el día a día y conseguir los objetivos que se han propuesto.
Pero si lo que necesitas es que te mimen a ti, que te escuchen, te asesoren, te digan por dónde y cómo seguir (todo ello, claro está, de acuerdo a tus valores).
No lo demores más. Reserva hora y día y toma una sesión conmigo.
Los viernes trabajo gratis, ¿no te lo había dicho? Pues sí, escríbeme si tienes dudas y no dejes que la tristeza se lleve todas las ganas que tienes.
Te espero pronto.
Con profundo amor,
Bárbara.