Obtienes los resultados que quieres cuando haces una campaña para vender tu producto o servicio?
¿Qué sensaciones tienes si te hablo de la acción de vender?
Ventas, vender, vendedor, ¿qué te sugieren estas palabras?
El tema de las ventas es muy controvertido. En general, existe un conflicto con esta palabra y con todo aquello que tenga relación.
Una historia común
Bien. ¿Estamos?
Te pongo en situación.
Jorge ha decidido emprender. Sigue trabajando de ingeniero informático en una multinacional, pero entiende que ese es el trabajo nutricional, que como su nombre indica, le nutre para pagar las facturas de la hipoteca, la luz, el agua, etc.
Siempre le han gustado los ordenadores y, siendo autodidacta, está haciendo sus pinitos con la programación.
Jorge se ha dado cuenta que tener el trabajo en la multinacional ocupa casi todo su tiempo y energía. Ponle 8-9 horas para dormir y comer, 9 horas para ir a trabajar, ir y venir y quedan apenas 6 horas para pasar con la familia, hijos, amigos y sus cosas.
Le está costando mucho sacar la energía para dedicarse a lo que realmente le mueve y le emociona, montar su propia empresa como programador web.
Está muy ilusionado con esta nueva faceta pero, como considera que aún no es un experto, le cuesta mucho cobrar por los servicios que puede dar y, o no los cobra pues los clientes que le llegan son amigos o conocidos, o hace algún intercambio con otro servicio y, con eso, se contenta.
Realmente, Jorge es un fuera de serie en lo que le gusta, la programación, y disfruta ayudando a otras personas a que tengan su página web, sus programas y todos esos líos de código que sólo ellos saben.
Pero, a la vez, tiene muchas reticencias a vender sus productos y servicios y sabe que es un hándicap que le está pasando factura porque se está desanimando.
Le surgen pensamientos como:
“me da cosa vender”,
“no me gusta nada vender”,
“parece que estoy engañando a la gente”,
“la gente me va a rechazar por quererle vender”,
“no voy a lograr vender nada”,
“no me van a pagar”,
“¿quién va a querer comprarme a mí?”
Jorge sabe que si quiere sacar su emprendimiento adelante tiene que reconciliarse con el tema de las ventas.
Está concienciado de que lo que hace, lo que le gusta, puede ayudar a un montón de gente.
Por eso, se ha apuntado a un curso para aprender a vender y negociar.
Aquí podemos ser cualquiera de nosotros porque entramos en la llamada conciencia colectiva.
Por ella, todos contenemos en nuestras creencias más arraigadas el supuesto de que vender es algo pernicioso, indigno o como poco, algo malo.
Por un lado, nos parece mal que un médico especialista cobre sus sesiones a 80-100€ la hora, o que un restaurante cobre una ración de pulpo por 30€, pero lo pagamos.
Incluso no ponemos objeciones a comprarnos unos jeans o unas deportivas de 200€. Es más, ahorramos para comprárnoslas; nos ilusiona tener unas. Decimos que nos hace sentir mejor. Otra cosa es lo qué hay debajo de ese sentimiento.
En cambio, cuando uno pone un negocio: una asesoría o un negocio online, ponemos un montón de pegas, nos volvemos desconfiados y les evitamos en la medida de lo posible.
O uno pinta de maravilla, pero eso de vender talento… es otra cosa. Y, ¿qué decir aquellas personas que tienen un don en sus manos y realizan masajes energéticos, reiki y todas esas técnicas espirituales?
Hay quien piensa ¿cómo se atreven a pedir dinero por ello si es un don? La idea de vender se considera un timo.
Entonces, la parte contratante dice que nanai, que si puede optar si Jorge se lo puede hacer gratis, pues que mejor. Sin más.
Viendo el panorama que hay, aquí hay que ver la historia en perspectiva. Sólo así podremos ponerle una solución,
pues:
Y es que esta historia viene desde mediados del siglo XVIII para el XIX, en la incipiente Era Industrial.
En aquella época, los campesinos abandonaban los campos para llegar a la ciudad y trabajar en las industrias, en las cadenas de montaje. Así podían ganar dinero y tener las necesidades básicas de alojamiento y sustento cubiertas.
Y como no tenían cosas, era pobres, el hecho de ganar dinero y poder adquirir otros bienes, enseres, constituía el principal motivo por el que trabajaban en lo que fuera.
En absoluto se cuestionaban si lo que estaban haciendo era lo que deseaban o era su ilusión, su alegría.
La educación del momento iba en la misma línea. Se necesitaba a personas que supieran trabajar bajo una disciplina. Sólo se requería que hicieran lo que les dijesen que tenían que hacer.
No se valoraba la creatividad y las habilidades de las personas.
Pero el tema de la educación lo dejaremos para otro momento.
Hoy en día, estamos en la Era de la Información, la Era Digital o del Conocimiento, y se queda obsoleta la forma de trabajar que llevábamos y, por supuesto, la forma de ganar dinero.
Las máquinas están ocupando el puesto de varios operarios. Ahora se hace necesario echarle imaginación para encontrar un trabajo que nos aporte el dinero que necesitamos.
El talento es una de las formas de desarrollar esa imaginación. Dedicar el tiempo a hacer lo que a uno se le da bien y tiene destreza es su don.
Que no es trabajar (del latín, trivalium) porque no es un castigo, no es una obligación.
Y ganar dinero con ello hace que se convierta en un verdadero placer.
Hoy vivimos en la una época donde impera el talento. Se valora:
el buen hacer
la creatividad
la destreza
la habilidad
el don
el expertise
el know-how
Todo está cambiando y no ir con el cambio es ir contracorriente.
La inmensa mayoría de la población busca un trabajo que, por norma general, no tiene nada que ver con su misión de vida.
Mucho se habla de ello y es que, dedicar toda el tiempo y la energía a un trabajo que no te llena es desgastante y desmotivador.
Te hace entrar en la rueda de hámster, en lo que todos hacen.
Más allá de dejar un legado en esta vida, qué menos que pasarla haciendo algo que nos llene y nos haga sentirnos bien.
Piensa que, más bien, es una actitud egoísta guardar para sí el don que uno tiene, su habilidad, su saber hacer; pues con ello contribuyes,
al bienestar de los demás
a que su vida sea mejor
a que los demás se beneficien de ello
Estarías privando al mundo de eso.
Tienes el libre albedrío de hacer lo que quieras: si seguir trabajando en algo que no te gusta por dinero, o hacer lo que te apasiona y disfrutar de lo que te aporta.
Si optas por esta última opción, hazlo sin resistencias, sin sufrimiento, con fluidez, con pasión, con compromiso por aportar a este mundo tu granito de arena.
Sólo necesitas ejercitarlo y tener ganas de ayudar a los demás.
Emprendo desde mi misión pero no vendo
Es posible que, por tu trayectoria profesional sí tengas nociones de ventas y no tengas tan arraigadas estas creencias, pero no termines de tener una continuidad, un goteo constante o que no se te dé tan bien vender.
En este caso, te has de replantear desde qué punto de vista estás vendiendo: si desde el ego o desde tu esencia.
Y es muy fácil diferenciarlos.
Vendes desde el ego cuando tu interés es ganar dinero, te basas en tus logros y en los resultados que obtienes de tus ventas.
Vendes desde tu esencia cuando te enfocas en ayudar a los demás, das lo mejor de ti, aportas valor a tus clientes, a tu comunidad y al bien común. Y luego, el dinero que te llega es una consecuencia de tu aportación a los demás.
Luego, si quieres que el proceso de la venta sea fluido y fácil, mejor que optes por emprender desde tu esencia, desde donde tú sabes hacer bien las cosas. Por ello, es importante no sólo posicionarte sino formarte en este tema e integrar esa filosofía y principios.
Los resultados de tus ventas hablarán por sí solos. Una vez más, las ventas son un reflejo de lo que uno tiene en su subconsciente. Y si quieres ver resultados, has de trabajarte unas cuantas creencias limitantes que están bien ancladas.
Te puedo ayudar a través del Método Kinku
Vender no es cualquier cosa. Requiere disciplina, emoción, alegría, pasión. Por ello, es esencial que los productos y servicios que vendas estén alineados con tus principios y valores. De no ser así, no se venderán, te frustrarás, te desmotivarás y terminarás reconociendo que tú, probablemente, no lo comprarías.
Ama lo que haces y lo venderás como churros porque estarás tan seguro de que lo que ofreces es tan tan bueno que favorece el bienestar de los demás. Ama literalmente lo que ofreces, lo que pones a disposición de los demás y obtendrás resultados. Por eso te hablaba de vender desde tu esencia.
En otras palabras, es hacerte responsable de lo que vendes por un lado, y por otro, de los resultados que obtienes. Has de liberarte de todas esas creencias, limitaciones y miedos que tengas sobre las ventas porque no harán más que paralizar tu emprendimiento. De lo contrario, se verá afectado seriamente.
El dinero es energía y, por este motivo, la venta ha de ser fluida.
Con este post te muestro una manera para testear cómo te está yendo: cuando te cuesta vender, cuando no sale, no lo estás enfocando bien, no desde tu esencia. El caso contrario es cuando es algo natural, surge, fluye. Y es que una cosa es perseguir y otra atraer.
Si quieres que te ayude podemos concertar una cita y lo vemos.
El avatar y el nicho
El avatar es el cliente ideal y has de definirlo muy bien para dirigir tus campañas a esas personas para obtener un alto porcentaje de ventas en tus resultados. Hasta ahí, es lo que siempre se cuenta en marketing.
Es un error muy común querer venderle a todo el mundo pues es un gasto económico importante y sobre todo de energía.
No es lo mismo hablarle a un hombre que a una mujer, o a una persona que tiene 60 años o a otra de 20. Así que, es esencial, pensar en tu avatar a la hora de hacer una promoción o un lanzamiento de tu producto o servicio.
El nicho es el ambiente en el que encuentras a tu avatar. Tu objetivo es definir tu cliente ideal de forma muy concreta para dar en el centro de la diana.
Si, igual que aquel día que encontraste aquellos pantalones tan fantásticos y te los compraste, que fuiste a la peluquería y te dejaron realmente bien o cayeron en tus manos aquellos ejemplares que estabas buscando,
considera que una venta es la consecución de una alineación planetaria interestelar en la que tu cliente ideal y tú os encontrasteis y os reconocísteis-fusionásteis para un bien común: ayudarle a satisfacer su necesidad en ese momento.
Por eso, no es de extrañar que determinadas transacciones se realicen a la velocidad de la luz.
Todo esto sucede porque has tomado el compromiso, la responsabilidad y la acción de llevar a cabo tu misión, la de ayudar a los demás con lo que tú mejor sabes hacer.
Tienes la oportunidad de descubrir tu avatar desde otro punto de vista. Te invito a profundizar más en este tema en el artículo que escribí al respecto ser,hacer y tener.
En contacto me puedes localizar. Estoy encantada de ayudarte a esclarecer tu misión.
Déjame en comentarios tu opinión.
Con Amor,
Bárbara